RECUPERACIÓN DE UNA VIEJA TRADICIÓN: LAS VENDIMIAS
Las actividades culturales que se realizan en el medio rural tienen una especial importancia. Municipios, como el de Langa de Duero, con escaso dinamismo socio-económico deben recibir el impulso necesario para la realización e actividades que difundan su cultura tradicional, de modo que contribuyan a la valorización de su legado cultural. Es importante que los pueblos valoren y oferten su cultura popular en una sociedad que marcha aceleradamente hacia la cultura del ocio.
En el municipio de Langa de Duero existe una especial preocupación por la conservación del patrimonio y la cultura tradicional. El estado de elementos de la arquitectura popular como bodegas y lagares era lamentable, por este motivo el Ayuntamiento teniendo en cuenta además la gran tradición vitivinícola de la zona decidió restaurar en un primer lugar la Casa Lagar, y posteriormente dos lagares más: Los Tambores y los Pablinches.
La Casa Lagar es el emblema de las Jornadas de la Vendimia. Jornadas que se realizan en el mes de octubre y a las que pueden asistir todos aquellos que estén interesados. Los días laborables se destinan a los colegios considerando ellos esta actividad como " una experiencia muy gratificante, positiva y enriquecedora y que les ha permitido conocer una parte de la cultura tradicional del entorno de la provincia", y los días festivos al resto de la población.
La jornada empieza con un buen desayuno, en el que no faltan las tortas de azúcar y las madalenas, además del aguardiente o el anís. A continuación nos disponemos a realizar el camino hacia la viña, para ello, antes habremos recogido los arreos y ataviado y adornado los machos y los carros para la ocasión.
Una vez en la viña los racimos se cortan con el garillo y se van echando con cuidado a los cunachos, estos una vez llenos se vacían en los cestos de mimbre que están en el carro. Como anécdota os puedo contar que era tradición en la viña lavar la cara a las mozas con un racimo de uva negra. Antiguamente se pasaba todo el día en la viña, descansando solamente en las comidas. Para almorzar era típico comer las patatas cocidas desechas con torrenillos, chorizo y huevos y la comida solía consistir en un buen cocido.
Una vez terminada la jornada en la viña se transporta la uva al lagar en los carros. El lagar es la edificación donde se pisa o prensa la uva para la obtención del mosto. Los lagares antiguamente pertenecían a varios propietarios, por este motivo en Langa de Duero la capacidad de estas construcciones se mide en carros. Cada carro equivale a unas cuarenta cántaras u ochenta arrobas. La cántara tiene una cabida de 16,25 litros, y la arroba de 11,5 Kg.
Ésta construcción tradicional cuenta con una ventana de descarga donde se pesa la uva antes de vaciarla en la pila, de este modo se realiza la medición de la proporción de vino que va a corresponder a cada aparcero. El pesador, pesa los cestos que van llegando con una romana y apunta el orden de llegada y los kilos de uva que traen. Antiguamente estas anotaciones quedaban reflejadas en pizarras naturales y en el libro del lagar.
La uva una vez pesada se vacía en la pila. La uva se echa entera con el rampojo incluido y sin estrujar. Los allanadores son las personas encargadas de extender y pisar la uva en la pila.
La uva permanece entre 8 y 12 días fermentando. Para el vino tinto a la semana se introduce la andadera en el husillo, realizando un agujero hasta llegar al mosto, lugar por donde brota. Posteriormente se abre la canilla dejando caer todo el vino a la pila inferior, obteniendo de este modo el mosto voluntario. Cuando no sale más mosto se prepara la prensa.
Para el prensado se procede a girar el husillo, que sujeta a la piedra levanta y tira de la viga hacia abajo, transmitiendo la presión al castillo. Se deja la piedra levantada y durante un día entero escurre el vino la prensa. Al día siguiente se baja la piedra, se desmonta el castillo y se repite de nuevo la operación hasta cuatro veces.
Cada uno de los cuatro prensados de un mismo lagar da cuatro calidades distintas de vino, que antes de mezclarlas se distribuyen entre los aparceros del lagar. Al acantarador mide el vino obtenido en la primera suelta, así como el de cada prensado, y lo reparte siguiendo la proporción de uva que se introdujo en el lagar.
Antes de proceder a sacar el mosto en fermentación del lagar, se cuelan las impurezas con un cesto de mimbre y posteriormente con una media cántara se va vertiendo en las pellejas. Las pellejas tienen una capacidad de tres cántaras. Los coreros o tiradores son los encargados de transportar estas pellejas a las bodegas subterráneas, lugar donde fermenta el vino. En las bodegas se vuelcan las pellejas en las cubas de madera que tienen un volumen de 50 a 100 cántaras. Los mostos de la primera saca se reparten entre todas las cubas a fin de mostearlas, esto se realiza para que el mosto caliente e hinche la madera y para que el carbónico antiséptico que desprende la fermentación sirva como antiséptico de la barrica.
Los orujos se dejan y antiguamente se vendían para obtener aguardiente y tártaro.
Finalmente el mosto cuece durante unos cuarenta días y cerca de las fiestas navideñas realizamos la primera cata del vino nuevo.
Para completar esta jornada se han recuperado viejos oficios que están relacionados directa o indirectamente con el arte de vendimiar: el maestro alfarero, el cestero, las hilanderas, el herrero-forjador y el guarnicionero. Oficios que siguen latentes en nuestro pueblo y que todos aquellos que nos visiten durante las jornadas pueden recordar.
Para finalizar sólo me queda que invitaros a todos a la VI Jornada de La Vendimia para que podáis ver, degustar y apreciar una tradición que resurge.