LA IGLESIA

       

            Nuestra actual y majestuosa Iglesia Parroquial se encuentra ubicada sobre un altozano desde donde se domina la población. Es la unión de un templo gótico construido posiblemente a principios del siglo XVI y una posterior reconstrucción del siglo XVII aprovechando parte de la construcción anterior.

  

 

            De la construcción gótica queda el ábside, que es una estancia achatada de tres paños y que en la actualidad está seccionado por una pared, tras la cual se encuentra una escalera que nos conduce hasta la airosa espadaña(campanario), eregida sobre este tramo muy posteriormente. Es decir este singular ábside lo ocupa hoy la subida al campanario y al coro.

            Es decir en esta primera época el templo tenía una orientación totalmente distinta a la actual, con el altar mayor en lo que hoy es el coro, la capilla mayor donde siempre estuvo la pila bautismal y hoy convertida en acogedora capilla y presbiterio para los fieles en lo que hoy es el último tramo de la Iglesia, Claramente se aprecia en el ábside la bóveda de terceletes, de cuatro claves; los nervios finamente fileteados arrancan de ménsulas angulares con sección decreciente, de clara estirpe renacentista. El que fuera tramo presbiteral, de planta levemente rectangular, se cubre con bóveda de terceletes, de cinco claves.

 

            Exteriormente, está zona gótica es de aparejo de sillería bien labrada con estribos lisos y rectangulares para contrapesar la presión de las bóvedas. Seguramente quedaría terminada esta obra en el segundo cuarto del siglo XVI. Tanto en el exterior del templo, a partir del segundo contrafuerte, como en el interior, se aprecia con claridad los empalmes de este primitivo templo con la parte anterior más moderna.

 

            La decoración de la entrada al templo presenta friso sencillo similar al del interior de época posterior, pero también cuatro medallones decorativos, de dos tipos alternos, que por su simplicidad nos evocan épocas primarias del románico.

 

            También consta la existencia de un cementerio a pie de la Iglesia como lo atestiguan los restos óseos aparecidos cuando se derrumbó la barbacana de la Iglesia hace más de una decada.

 

El retablo de la Iglesia.

 

 

            Comienza la obra de tan grandioso retablo, el escultor Juan Zabalo, artista del Burgo de Osma por mandato expreso de Fray Pedro de Rojas Obispo de la Diócesis de Osma en fecha 20 de Octubre de 1596 y con un presupuesto de 700 ducados.

     Sorprende la muerte de Juan Zabalo con la obra inacabada y se le encarga a D. Pedro de Cicarte entallador real, que realice un tasado y peritado del estado en ese momento de la obra. Este entallador encargado por el obispado advierte que faltan cosas importantes de acuerdo con las escrituras primarias que se firmaron con el artista.Asi observa que faltan los seis nichos que se citaban, que las figuras para dichos nichos están junto a las columnas y que son grandes para el posible hueco a realizar, que se aprecian desperfectos e ¡nacabados varios que relata con especial minuciosidad así como referencia posibles mejoras inmediatas, entre ellas construir peanas para resaltar las seis figuras ya existentes. De todo ello da fe en fecha 15 de Noviembre de 1.604 y asi mismo valora la obra en 8.982 reales, (antigua moneda de plata que valía 34 maravedíes) “antes más que menos~ según su apreciación.

Con esta valoración, el nuevo procurador de la diócesis Doctor Rodrigo Vázquez de Machicao y D Pedro Moreno procurador y mayordomo de la Iglesia de la villa de LANGA DE DUERO, recurren a Tomás Ruiz de Quintana, artista igualmente del Burgo de Osma, yerno y heredero de Juan Zabalo para que continúe y remate la obra según contrato de fecha 19 de Enero de 1 605

El artista continúa con el magistral trabajo comenzado por su suegro y por causas que desconocemos, quizás ya entonces los artistas eran sin duda genios como hoy día pero inconstantes en su obra, la obra se ve de nuevo paralizada

Por fin, con fecha 19 de Diciembre de 1.612. el nuevo obispo de la Diócesis de Osma D. Francisco de Acevedo, reúne al artista Tomás Ruiz de Quintana al licenciado cura de nuestra parroquia D. Damián de Moreda y a D. Domingo Llorente, vecino de nuestra villa y mayordomo de nuestra Iglesia y ante el notario D Juan Abad de Laguna, les fuerza a adquirir un compromiso definitivo para terminar la obra, pintarla y estofarla en un plazo máximo de tres años y bajo la tasación de 1.200 ducados. En la firma de este compromiso, junto a testigos del notariado, firmó D.Joan Nuñez Guixarro como vecino de nuestra villa.

El retablo mide 7,70 metros de altura por 5,37 de ancho, de madera noble de pino sin duda soriano. Fue la obra más importante del artista en la Diócesis y en ella se aprecian inspiraciones claras del gran maestro Juan de Juni.

Las columnas del retablo son estriadas con mezcla de los tres estilos clásicos; dórico, jónico y corintio en sus capiteles, cada uno de ellos aparece en un cuerpo del retablo.

En el banco del apostolado y en relieve, se encuentran representaciones de San Pablo, Tomás Felipe, Simón, Judas Tadeo en el lado del Evangelio, y en el de la Epistola se hallan San Bartolomé, San Mateo, San Pedro, San Andrés, Santiago y San Juan. Cada uno lleva su emblema.

En el primer cuadro del retablo están, afrontados, los cuatro evangelistas con sus respectivos símbolos, en relieve y en los intercolumnios se hallan San Pedro y San Pablo.

En el segundo cuerpo se encuentra nuestro patrón, San Miguel arcángel, con vestimenta romana Magnífica taita de gran realismo y expresividad en su lucha contra el maligno. En las entrecalles de este segundo cuerpo vemos a San Juan Bautista y, llenando los paños, la leyenda de las apariciones de San Miguel en el monte Gárgamo.

En la casa central del tercer cuerpo del retablo se sitúa a Asunción y a sus lados, un apóstol y San Andrés; además hay escenas de la Natividad de la Virgen y de la Anunciación en tas calles exteriores.

Por fin en la casa central del ático, vemos un Calvario y en las casas laterales, de este cuerpo superior, a San Pedro de Osma, revestido de pontifical y a Santo Domingo de Guzmán como dominico.

Estamos en disposición de afirmar, sin ningún tipo de subjetividad, que la obra en su conjunto es de tal magnitud y calidad, y la imaginaria de tal realismo, expresividad y logro, que se trata de una joya artística de incalculable valor material y nosotros, hijos de LANGA, debemos ser celosos guardianes de tan orgulloso legado recibido de nuestros antepasados.

Recordamos perfectamente, los que ya tenemos alguna edad, que este retablo presentaba un aspecto mucho más lujoso con unos espejos, relicario y otros adornos que deberían volver a su sitio de origen.

Las escrituras que se relacionan en la historia del retablo, se encuentran escritas en perfecto castellano de la época y son a su vez un tesoro lingüístico de gran valor ya que a medida que avanzan los años se aprecian las evoluciones del castellano como idioma de gran vivacidad que en estas épocas se extendía por todo el mundo conocido con la conquista de América.

 

La cruz procesional o parroquial, labrada en plata. data del año 1.610 y fue realizada por el platero